Cataluña, como todo el Estado, tiene en la sanidad un problema, que quizá en esta comunidad sea más relevante, pues a los problemas genéricos de todos los paÃses desarrollados (envejecimiento, cronicidad, presión de la tecnologÃa…) se suman los estatales (subfinanciación crónica, todo para todos, provisión sujeta al derecho publico, 17 sistemas de salud…) y, para acabarlo de complicar, los propios del modelo catalán (falta de prioridad de la salud en las polÃticas publicas, traducido en un plus de subfinanciación; regresión del mercado regulado y de la capacidad de gestión de sus prestadores, recortes aún no revertidos y mas drásticos que el promedio del resto del Estado).
La crisis resultante es una crisis de modelo: una crisis sistémica estructural, a la que, desde 2010, se suma otra coyuntural. Al actuar ambas conjuntamente, el abordaje es más difÃcil y, en ningún caso, se puede pensar que se solucionarán con una onda favorable del ciclo económico, que no se avizora a corto plazo. Otra cosa es que las medidas de profundis para su solución exigirán tiempo para dar resultados, por lo que, junto a medidas de calado, han de ponerse en marcha otras a más corto plazo.
Abordar el efecto de los recortes es una decisión polÃtica que se debe tomar en el Parlamento sin trampa ni cartón
Quizás el problema no sea tanto de diagnóstico (sobre el cual creo que hay consenso desde hace tiempo) como del coraje necesario para aplicar las soluciones, sobre las que creo que también hay acuerdo.
En este contexto, el llamado Foro de las Profesiones Sanitarias (el nombre y los convocados) me parece poco idóneo para el problema que hay que abordar, ya que lo que está en discusión no son las profesiones -que también-, sino la salida de la crisis estructural, que va mas allá de una crisis profesional. Y ya se sabe que un problema sólo se soluciona si está bien planteado. Sorprende, pues, que la última reunión del Foro se limitase a constatar lo ya sabido y a plantear el viejo método de tirar pelotas fuera, creando unas comisiones que hagan propuestas, en vez de asumir -aquéllos a quienes les corresponde (la ConsejerÃa de Salud)- la responsabilidad de proponer soluciones y asumir sus consecuencias.
PrioridadesA corto plazo, hay que abordar el efecto de los recortes sobre ciudadanos y profesionales. Esto, como ocurre en Educación y en prestaciones sociales, es un problema de prioridades gubernamentales y, por tanto, una decisión polÃtica que debe tomarse en el Parlamento, dentro del marco presupuestario y sin trampa ni cartón.
Sobre el reajuste del modelo asistencial, hay pocas dudas de que debe centrarse en primaria como estrategia básica, tanto en la prevención y promoción como en la atención al paciente crónico, e incluso en su agudización. El hospital dual (con paradigmas diferentes de atención para agudos y crónicos no incluidos a domicilio por primaria), la gestión en red y la transformación digital (no como herramienta, sino como estrategia de relación con el paciente) son los ejes de ese reajuste. Quien debe impulsarlo es la ConsejerÃa de Salud, y serÃa bueno que olvidase cualquier tentación estatalizadora que encorsetara aún más el modelo catalán.
El debate sobre la adecuación entre el modelo sanitario y el modelo de sociedad está aún por abordar
Otra cosa es la necesidad de una mirada a más largo plazo, con una actualización normativa en una nueva ley centrada en la atención integral a las personas, y que aúne sanidad y servicios sociales, salud y autonomÃa; la adaptación del curriculum de Medicina a nuevas habilidades y el desarrollo de las competencias de EnfermerÃa, rellenando además el espacio entre auxiliares y enfermeros con un nuevo perfil de formación profesional, y el empoderamiento real del ciudadano como responsable de su salud, asumiendo su responsabilidad individual, son, entre otras, actuaciones imprescindibles, pero con resultados a medio plazo.
No quisiera olvidarme de lo que para mà es el verdadero meollo del problema: el modelo sanitario no es más que un submodelo del modelo de sociedad a la que debe servir, y el debate sobre la adecuación de ambos modelos está por abordar. La reformulación del “contrato social†que ampare el modelo de bienestar está pendiente y, sin un acuerdo sobre él, la crisis estructural no tendrá solución.
Es un debate extrañamente no planteado en el Estado, pero lo es aún más en Cataluña, donde lo que hoy está en juego realmente es un modelo de sociedad, exitoso en el pasado, pero con interrogantes hacia el futuro.
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